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¿Cómo saber si tengo Depresión posparto?


madre depresión

“…No sé qué me pasa, no me reconozco… llegamos de la clínica tan contentos, pero hace un par de días tengo una sensación de angustia en el pecho todo el día, no logro consolar a mi bebé, a veces me desespero cuando llora… cuando mi marido llega lo único que hago es llorar o enojarme con él… me siento irritable… no quiero recibir visitas, no contesto el celular porque no quiero hablar ni que me vean así… en las noches estoy tan cansada, me duele todo el cuerpo, pero a pesar de eso no logro dormirme… Mi hija es sana, la adoro, tengo de todo… me siento tan culpable de no poder estar disfrutando este momento… no doy más… nadie me dijo que esto iba a ser así…”

A muchas madres que han pasado por el puerperio les sonará conocido este relato, ¿al menos en parte o no? Si te sentiste identificada no te asustes, no es que tengas o hayas tenido una depresión posparto. No es fácil hablar de este tema, más aún cuando yo misma me encuentro en pleno período puerperal y de vez en cuando se asoman fantasmas y días difíciles que amenazan nuestro bienestar y nos llenan de aprehensiones…”¿lo estaré haciendo bien?”…”¿y si no agarra la mamadera cuando vuelva a trabajar?”….”¿Y si me viene una depre?”…”¿y si no soy capaz de hacerlas todas?”…”¿y si mi pareja ya no me encuentra atractiva?”

La depresión posparto (DPP) puede presentarse en el 10-20% de las mujeres puérperas, lo que lo sitúa como la complicación médica más frecuente posterior al parto.

¿Por qué sufrimos de depresión posparto?

Y es que sobretodo las primeras semanas posteriores al nacimiento de nuestro(a) hijo(a) son un período de adaptación muy complejo, tenemos cambios emocionales y muchas veces el agobio nos puede ganar y hacer sentir que la felicidad por la llegada de nuestro bebé se vea opacada por sentimientos de pena y sobrecarga emocional.

Este momento de nuestras vidas puede ser un momento de gran crecimiento personal y de gran conexión con nosotras mismas, a ratos lo disfrutamos a concho y nos emocionamos con pequeñas cosas de lo maravilloso que es ser madres. Nos encontramos receptivas, reflexivas, conectadas como nunca desde los afectos…Pero de un momento a otro nos puede agarrar un aire más nostálgico y encontrarnos llorando de pena, conmovidas y removidas por algún recuerdo o temor.

Y si bien la mayoría de las veces se trata de una inestabilidad emocional normal: ¿Cómo podemos saber si esta condición de cansancio o bajón puede ser parte de un cuadro más severo, por ejemplo una depresión posparto?

Es importante saber que dentro de toda la vida de una mujer, el posparto es por lejos el período de mayor riesgo de sufrir un trastorno del ánimo, especialmente depresión, esto significa que es el momento en que nuestra salud mental está más susceptible y por lo tanto más propensa al desequilibrio.

Mirado desde otra perspectiva, también es un momento en que dada nuestra apertura emocional, se pueden aprovechar estos canales abiertos, esta gran sensibilidad y hacer profundas introspecciones, y si nos mantenemos en atenta auto-escucha y con el apoyo adecuado, ésta puede ser una oportunidad única de maduración que agradeceremos y disfrutaremos a posteriori.

Podemos entender que este se trata de un período complejo, en que hay una vulnerabilidad física, mental y me atrevería a decir espiritual, y un contexto ambiental altamente demandante, con pocos espacios que permitan irse recuperando de este estado de continuo esfuerzo. Esta combinación es la mezcla ideal para que en ciertas mujeres surjan alteraciones de ánimo que nada tienen que ver con nuestra habilidad de ser madres o con que seamos más débiles o menos capaces.

Lo más habitual es el llamado blues posparto, baby blues, (o disforia posparto). Se presenta de manera transitoria durante los primeros días después del parto. Es leve, autolimitado y habitualmente no requiere tratamiento médico. Se presenta en alrededor del 60% de las puérperas y tiende a resolverse espontáneamente dentro de las primeras dos semanas. Lo más habitual es el ánimo bajo, insomnio, tendencia al llanto, fatiga, ansiedad, irritabilidad, dolores de cabeza, preocupaciones obsesivas con respecto al cuidado del bebé. Este cuadro podría tener una mayor relación con los bruscos cambios hormonales que se presentan en esta etapa.

En general no requiere tratamiento farmacológico, pero sí contención, apoyo y educación al respecto. Si sospechas que te ocurre algo parecido es importante conversarlo con tu matrona o ginecólogo en tu control postnatal, pues ellos pueden darte algunas pautas para aliviarte.

Y existe también la depresión posparto propiamente tal, que se presenta por definición dentro del primer mes, pero en la clínica uno puede encontrarla dentro de todo el primer año.

Síntomas

La Depresión posparto presenta síntomas muy similares a los de una depresión habitual, como son el ánimo depresivo la mayor parte del día y la mayoría de los días, presencia de anhedonia (que es la incapacidad de disfrutar con actividades o cosas que antes causaban placer), sensación de fatigabilidad fácil o gran cansancio y falta de energía, angustia, labilidad emocional con llanto fácil, alteración del patrón de sueño (tendencia a gran somnolencia y/o insomnio), del patrón de apetito (que puede aumentar o disminuir) y de la líbido (que en este caso lo más frecuente es la baja del deseo sexual). Puede haber también alteraciones en las capacidades atencionales y de memoria (más distraídas y olvidadizas). También aparecen ideas de culpa, que en general en este contexto se relacionan con la idea de no estar cumpliendo bien el rol maternal o no responder de la manera en que yo habría esperado hacerlo. Y en casos más severos pueden aparecer ideas de muerte, que generalmente se viven de una manera muy angustiosa. Por definición estos síntomas debieran durar más de dos semanas para hablar de una depresión y alterar de manera importante nuestro nivel de funcionamiento.

Las causas de la Depresión Posparto no están completamente dilucidadas y no necesariamente responden a los cambios hormonales que vivimos en este especial momento de nuestra vida. Probablemente su origen es multifactorial, de manera que desempeñan un papel los factores psicológicos, los factores biológicos y los factores sociales.

Se piensa que existirían algunos factores de riesgo que hacen más probable su aparición: el antecedente de cuadros depresivos previos, más aún en pospartos anteriores o síntomas depresivos durante el embarazo, tener el diagnóstico de trastorno anímico bipolar, ciertos rasgos de personalidad, conflictos de pareja, eventos vitales estresantes, percepción de falta de redes de apoyo, ambivalencia acerca del embarazo. Otro factor que puede influir es que haya presencia de patología de tiroides.

En las mujeres que consultan también se ve muchas veces otras condiciones que me ha parecido pueden generar mayor propensión a la depresión: frustración con respecto a la manera de nacer de su hijo (partos muy instrumentalizados, cesáreas inesperadas y a veces con sensación de que fueron innecesarias), existencia de complicaciones obstétricas o presencia de enfermedad en el hijo recién nacido, sensación de poco apoyo y contención por el equipo médico e incluso vivencias de maltrato, dificultades para establecer la lactancia sobretodo por falta de guía, presencia física de la pareja pero con poco apoyo emocional, estrés por el cuidado de los otros hijos, dificultades económicas, ambientes laborales exigentes y poco respetuosos con el periodo postnatal, sensación de sentirse incomprendidas y también exigencias externas o internas de tener que rápidamente cumplir en todos los roles de mujer, entre otras cosas.

Lo complejo es que muchos de los síntomas de la DPP se asemejan al estado emocional habitual dentro del periodo puerperal, en ausencia de depresión. Es esperable y habitual que durante esta fase nuestro ánimo esté bastante inestable, que nos sintamos más lábiles, que no logremos dormir en la noche por las necesidades de nuestro hijo y que eso conlleve a una sensación de gran cansancio y somnolencia durante el día. Nuestro hijo y sus cuidados toman la mayor relevancia y se vuelven lo más importante de nuestros pensamientos por lo que también es lógico que perdamos concentración en otras cosas y que nos cueste enfocarnos en tareas que no tengan que ver con nuestra rutina maternal.

Es normal que nuestra líbido esté baja, ya que ni el cuerpo ni la mente están aptos aún para la posibilidad de concebir otro hijo, por lo que las hormonas que comandan la sexualidad de pareja se encuentran bajas. El apetito también puede sufrir variaciones. Pueden haber días en que sin darnos cuenta y atareadas en múltiples labores nos hemos alimentado al mínimo, siendo que otras veces somos capaces de tragarnos porciones enormes de comida sin lograr sentirnos satisfechas. Y las ideas de culpa también son parte de nuestra cultura patriarcal y exigente, y aunque nuestro ánimo nunca baje, podemos a veces sentir que no lo estamos haciendo suficientemente bien y caer en autoinculparnos más o menos severamente.

Entonces, entendiendo que todas estas variaciones emocionales pueden estar presentes como parte normal de nuestro puerperio, ¿cuándo se hace necesario consultar a un especialista?

Consulta a un especialista (preferentemente psiquiatra perinatal):

  • Cuando la falta de ánimo tienda a ser permanente (prácticamente nada es capaz de subirnos el ánimo) o muy intensa (la pena se hace la emoción dominante en nosotras) o se mantenga fija por más dos semanas.

  • Cuando el desánimo no nos permita llevar a cabo nuestras actividades diarias.

  • Cuando sintamos que está afectando la calidad de los cuidados de nuestro bebé.

  • Cuando nos parezca que se altera el vínculo con nuestro hijo.

  • Cuando la alteración de sueño va más allá de las demandas nocturnas de nuestro hijo.

  • Cuando el apetito se altera de manera de poner en riesgo nuestra salud.

  • Cuando suframos de crisis de angustia que nos hagan sentir fuera de control y éstas sean recurrentes.

  • Cuando la irritabilidad o la labilidad interfieren en nuestra vida de manera importante.

  • Cuando aparecen deseos de morir.

  • Cuando nos aislamos radicalmente de nuestra red social y se han alterado de manera severa nuestras relaciones cercanas.

En resumen cuando la desrregulación sea muy severa, intensa o prolongada.

Es cierto que muchas veces se sobre-diagnostican cuadros psiquiátricos. Es cierto que la medicina alopática muchas veces tiende a sobremedicar y “parchar” dolencias y conflictos más profundos que ameritan una mirada más integral. Sin embargo, también es real que muchas mujeres se benefician de tratamientos médicos bien llevados y por plazos limitados y agradecen enormemente cuando ya se sienten bien.

El llamado es a tomar conciencia de la existencia de estos cuadros y a pedir ayuda cuando lo estimemos necesario. Sobretodo a las que nos encontramos en este periodo posparto las invito a hacer una auto-revisión. Y en caso de duda consultar, ya que existen buenos tratamientos y las consecuencias de no tratarlo afectan negativamente tanto a madre como a hijo.

No quisiera que ninguna mujer viviendo su puerperio, con sus propios miedos ya, se atemorice aún más al leer estas líneas. No es mi idea que termine más asustada aún pensando “uffff…capaz ahora más encima estoy con depresión posparto!”. Mi idea es dar a conocer que es una condición que existe, que le ocurre a la minoría de las madres y que me duele profundamente cuando a mi consulta llegan mujeres severamente deprimidas, pero que cuando ocurre se pone en riesgo tanto a la madre y al hijo como al vínculo entre ellos, que ya llevan meses así y que por desconocimiento o por desconexión con ellas mismas no han consultado antes. Me genera gran impotencia pensar que si hubieran consultado antes, se podrían haber ahorrado muchos días de malestar y haber evitado tanto sufrimiento e impacto negativo en ellas y en sus hijos! La Depresión posparto es una condición seria, con potenciales, complejas y a veces impredecibles repercusiones a largo plazo, pero que detectada a tiempo puede tratarse sin mayores secuelas ni complicaciones. Mantente conectada contigo misma. Así como inviertes tiempo en descifrar las señales que te da tu bebé, chequéate tu misma, pregúntate cómo está tu ánimo estas últimas semanas. Rodéate de una buena red, busca apoyo en otras mujeres. Abrázate y deja que te abracen. Quiérete. Cuídate.

Dra. Soledad Ramírez Mamá de dos Psiquiatra – Psicoterapeuta
Centro SerMujer
(artículo escrito previamente como colaboración a Mamadre)
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