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El dilema de conciliar trabajo y maternidad (parte 2)


Conciliar trabajo y maternidad; el sueño de toda madre y que muy pocas parecen cumplir… Ya lo hablamos en un artículo anterior: ¿qué es lo que buscas equilibrar realmente? Hoy quiero enfrentarlas a sus luces y sombras, lado A y el lado B, lo que reconoces que quieres y lo que quieres pero no lo reconoces, por qué quieres conciliar, y es más, ¿quieres realmente conciliar o sólo estás intentando acallar la culpa?

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Veníamos hablando en nuestro anterior artículo acerca de que conciliar en la vida nuestra jornada laboral con nuestra tarea maternal depende no sólo de factores externos como las circunstancias concretas (necesidad de dinero, exigencias de jefatura, etc), sino también de un delicado balance interno y muchas veces íntimo que cada mujer hace individualmente en su cabeza, en el que intentamos conciliar posturas en conflicto que conviven dentro de cada una, y que dependiendo el momento en que nos encontremos pueden desplazarse hacia un polo o el otro.

Las invito a seguir reflexionando al respecto, en relación a qué equilibrios están en juego dentro de cada una a la hora de intentar lograr la ansiada armonía entre nuestro desarrollo familiar y el profesional.

¿Qué más estamos intentando equilibrar a la hora de elegir?

–Actuar desde la razón v/s actuar desde la emoción: Cuando hemos estado acostumbradas a tomar decisiones desde el intelecto, podemos sentirnos inseguras de dejarnos llevar más por la intuición o por lo que nos dice el cuerpo y esto nos puede confundir a la hora de elegir la destinación de nuestros tiempos. Se hace de vital importancia en este periodo invertir esfuerzos en aprender a escucharnos, en fluir desde nuestra sabiduría emocional, que a veces puede ser muy diferente a lo que “sabemos” más de cabeza. Tampoco la idea es descartar como recurso las voces más racionales sino integrarlas y confiar también en esos otros mensajes que nos llegan de otros lugares que con la maternidad afloran tan fecundamente. Veo muchas mujeres que a veces sin necesitarlo con tanta urgencia vuelven precozmente a sus trabajos a pesar de que su cuerpo les pide quedarse un tiempo más con su bebé, auto-convenciéndose desde la exigencia, desde el deber, desde los cálculos puramente matemáticos, con un temor enorme a entregarse al impulso que sienten en su cuerpo de permanecer en esta vivencia de apego más permanente y haciendo caso omiso a las señales de angustia que muchas veces presentan. El llamado es a escuchar ambos discursos de manera proporcional y darle peso a esas motivaciones que a veces sólo son “de guata”. Nuestro cuerpo es sabio y merece ser considerado!

–Nuestros deseos propios v/s las culpas: Todas sabemos que la culpa es una invitada non grata que se cuela a veces por cualquier rendija. Más de una vez me he sentido culpable al salir al trabajo si mis hijas me han pedido con toda clase de maneras que me quede con ellas. Y a veces he racionalizado que debo salir a trabajar porque lo necesitamos económicamente y me doy ese tipo de explicaciones, pero luego pienso que también salgo a trabajar porque me gusta, porque me encanta lo que hago, porque me nutro de mi trabajo y es lo que quisiera que mis hijas entiendan y aprendan también, que a veces salgo de la casa no porque deba hacerlo sino porque deseo hacerlo, porque me hace bien… y eso no significa quererlas ni disfrutarlas menos a ellas, sino que eso de algún modo me hace estar de mejor manera disponible para ellas incluso. Para eso es importante limar esas sensaciones culposas que pueden aparecer y actuar con la convicción de estar haciéndolo lo mejor posible y desde lo que quiero. Nuestros hijos agradecerán que les enseñemos con el ejemplo a actuar desde la libre decisión y no desde la abnegación.

–Placer v/s sacrificio: Esta es una ecuación que se presenta en muchos ámbitos de nuestra vida, que a mi parecer adquiere especial relevancia a la hora de agendar nuestros tiempos. ¿Cómo funcionamos en este aspecto? Algunas mujeres serán de mantener periodos de máximo esfuerzo al borde del colapso para luego tomarse un descanso y recuperar fuerzas, otras dosificarán la entrega y encontrarán maneras de ir haciendo pausas, otras podrán mantener espacios de auto-regaloneo dentro de su agenda de obligaciones. No existe la receta perfecta, pero en la medida que no olvidemos el valor del descanso y la necesidad de instancias placenteras podremos tomar mejores decisiones a la hora de tomar proyectos laborales por ejemplo. También acá es de vital importancia el aprender a poner límites a los demás.

–Polo femenino v/s polo masculino: Todas las personas contamos con arquetipos más femeninos y masculinos dentro de cada una, más o menos integrados. En la medida que nos permitamos estar en ambos estados y transitar del uno al otro, podremos fluir más fácil hacia posiciones que nos requieran mayor sensibilidad e intuición o hacia otras que requieran una postura más activa y pragmática por ejemplo. Más allá de los estereotipos, la energía femenina difiere de la masculina y un buen equilibrio entre ambas es saludable y necesario. En la sociedad en que vivimos, el ejercicio laboral muchas veces exige un modo más masculino de funcionamiento principalmente en cuanto a la competitividad y la búsqueda de eficiencia. Hay roles laborales que a veces castigan el despliegue espontáneo de nuestra femeneidad y lo coartan. Si nos desconectamos de nuestro ser mujer, quizá no tenga tanto impacto en nuestra vida profesional, pero tiendo a pensar que nuestra vivencia de maternidad sí puede verse impactada y perdernos mucho de lo rico de ésta.

–Capacidad de reinventarse y atreverse al cambio (riesgo) v/s prudencia y cuidado. La vivencia profunda de la maternidad supone una crisis de identidad importante y esto hace replantearse también nuestra actividad en el ámbito laboral. ¿Estamos satisfechas donde estamos o nos hemos mantenido ahí sólo por la estabilidad o simplemente por inercia? En esta etapa pueden aparecer deseos o aspiraciones más auténticas que en otro momento quizá hemos reprimido o cohibido. Muchas mujeres descubren su verdadera vocación luego de tener hijos, sin embargo no siempre la etapa de crianza temprana es el mejor momento para tomar riesgos. Lo importante es tener consciente esas nuevas ideas, comunicarlas a nuestra pareja y encontrar el momento adecuado para llevarlas a cabo.

Probablemente hay más factores que los mencionados, pero esos son los que más me toca ver, escuchar, conversar, sentir yo misma…

El desafío de conciliar es una tremenda oportunidad para mirarse internamente, reconocer a esta nueva mujer que ha (re)nacido luego de convertirse en madre, re-ordenar los deseos, las obligaciones, pero también estar más consciente que nunca de nuestras propias necesidades, las de siempre y las nuevas que aparecen al tomar contacto con la experiencia de maternidad.

En mi opinión, al menos los primeros dos años de los niños mientras más acompañados de sus padres estén, mejor para ellos, pero esto debe ir de la mano de ser una buena opción, cómoda y armónica para los padres. Si no te sientes bien como “mamá full day” durante este periodo, te sientes frustrada en tu desarrollo laboral, extrañas salir de casa y estudiar o esto puede ocasionar un importante desbalance en otra área de tu vida, empezarás a resentirte y quizá enrabiarte y eso es peor para tus hijos.

El logro de una adecuada conciliación finalmente implica un trabajo de reconciliación de aspectos que pueden estar en lucha interna dentro de cada una. Y reconciliarse también con nuestra propia historia y las secuelas de los desequilibrios en la ausencia/presencia de nuestros padres en nuestra niñez. Conciliar, en lo externo, finalmente implica un proceso de (re)conciliación interna de diferentes partes de cada una.

La invitación no es a elegir entre tus hijos y tu trabajo como si ambos fueran bandos opuestos, sino a tomar una pausa en el camino, mirar en perspectiva, sabiendo que hay tiempos de crianza que aunque se hagan largos y cansadores la verdad es que pasan más rápido de lo que uno quisiera, y si logras relajarte y soltar ¡se pueden disfrutar tanto! El llamado es a elegir según lo que te haga más genuinamente libre y feliz, porque de ese estado de bienestar depende en gran parte la entrega amorosa que puedas hacer a tus hijos.

¡Mucho éxito en tu propio proceso de conciliación!

(artículo escrito originalmente como aporte a Mamadre)

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