Nace un hermano: los cambios y sentimientos del ahora hermano mayor

El nacimiento de un segundo hijo genera cambios en la dinámica de la familia y un período de estrés y acomodamiento a las nuevas rutinas. Los padres, además de los cuidados del bebé, muchas veces deben enfrentar los cambios de ánimo y mayor sensibilidad de su ahora hijo mayor y se muestran ambivalentes: por una parte entienden que las conductas responden al nacimiento del hermano, pero por otra parte exigen un comportamiento adecuado y la colaboración del hijo, lo que genera muchas veces más conflictos, conductas regresivas y pataletas.
Las “pataletas” y “mal comportamiento” de un niño son indicadores de que algo le está pasando, no es un capricho ni un acto de manipulación; significa que lo que está sucediendo a su alrededor le está generando mucha estrés y confusión.
Tratemos de entender la confusión de este pequeño hermano mayor. El niño, hasta ese momento hijo único, contaba con una madre y padre disponibles sólo para él; una madre dispuesta a jugar con él, reír y salir a pasear; él podía alejarse a ratos para hacer exploraciones y pronto regresar a su lado y regalonear juntos. Todas esas experiencias hacían que el niño se sintiera muy querido, confiado y cuidado. Esta dinámica puede darse incluso con la madre embarazada, entonces el niño sabe que la mamá va a tener una guagua, pero hasta ese momento toda su vida sigue igual, tiene una madre presente, disponible y cariñosa con él. De repente, la madre regresa a casa con un bebé en sus brazos que ocupa casi todo su tiempo y energía. Muchas de las cosas que hacía su madre con él (acostarlo, darle de comer) lo hace ahora otra persona y de una manera diferente. De pronto, se ha producido un cambio abrupto en su vida, muchas cosas de su cotidianidad y de su rutina han cambiado. Esto le genera mucha confusión, y esta confusión le genera angustia, lo que lleva a que se desregule.
¿Qué se puede hacer para que niño logre estabilizar sus emociones?
Es esencial que el niño siga con sus rutinas diarias. Las rutinas son tremendamente necesarias para un niño, son lo que permite dar un orden y sentido al mundo y que éste se vuelva un espacio predecible y, por lo mismo, controlable: puede ser que mamá no esté tan disponible como antes, pero sí hay cosas que se mantienen igual y que yo sé que van a pasar (sé que después de comer, me baño, después me acuesto y me leen un cuento). El mundo del niño ha cambiado, pero hay cosas que permanecen igual y eso le da tranquilidad. Es importante prever este punto, si van a ver situaciones de cambio cuando nazca el bebé, es deseable empezar a realizar estos cambios previamente: si la madre no lo va a poder ir dejar al jardín, ojalá que el papá lo empiece a hacer tiempo antes del nacimiento del hermano, lo mismo si va a pasar más tiempo con los abuelos, o con la persona a cargo de rutinas de la noche.
Es tremendamente significativo para el niño que otras figuras adultas significativas y cercanas para él estén más disponibles en este período de ajuste. Salidas o panoramas a solas con su papá o ir una tarde a la casa de los abuelos permitirán vivenciar al niño espacios de atención, regaloneo y exclusividad que tanto necesita y que le permitirán acomodarse mejor a esta nueva etapa. Estos vínculos deben ser cercanos y significativos para el niño previo al nacimiento de su hermano, si no estas salidas pueden ser vivenciadas en un primer momento como algo amenazante (me alejan de mi mamá, mi mamá no me quiere, me castigan).
También es importante responder a la necesidad de exclusividad que tiene este pequeño hermano mayor de su madre y que siempre es tan necesaria para la construcción y mantención de los vínculos cercanos, por lo que sería importante e ideal poder generar en algún momento del día, en que haya otra figura adulta y en que las necesidades alimenticias del bebé estén cubiertas, un tiempo a solas de la mamá con su hijo: bañarlo, salir a dar una vuelta a la manzana, ir a la plaza, leer un cuento, jugar, etc; teniendo la madre la tranquilidad y confianza de que si el bebé presenta una necesidad durante ese período, ésta será acogida y respondida adecuadamente. Lo central es que estén solos, sea una actividad recreativa (no normativa) en que se puedan conectar y pasarlo bien juntos.
Dar espacios para que pueda expresar su confusión, cada vez que el niño se enoje o tenga acceso de rabia, pensar qué es lo que está sintiendo y ponérselo en palabras. En la misma línea, muchas veces los padres intentamos sacar declaraciones de alegría y de amor hacia el nuevo hermano, que si analizamos tiene como finalidad nuestra propia tranquilidad, cuando lo importante es tolerar las emociones que el niño siente más allá de lo que sea: si dice que no quiere a su hermano y que quiere que lo regalen, ¿qué hay detrás de eso? Frustración y pena por lo perdido, deseos de que todo vuelva a ser como antes; ¿tiene sentido que él desee eso en ese momento? Por supuesto que sí, entonces poder tolerar las declaraciones de desamor y usarlo para sintonizar con él (te enoja que tenga que estar todo el rato con el bebé, ¿cierto?) Es importante entender que las emociones (enojo) no son buenas ni malas, son; a lo que podemos dar una connotación positiva o negativa es a la expresión de éstas (pegar).
Muchas veces, la angustia de nuestros hijos nos provoca altos montos de angustia que hace que no enfrentemos la situación de la mejor manera: sobre reaccionamos, nos enojamos o damos argumentos racionales muy válidos y convincentes, sin embargo, ninguna de esas respuestas contiene la angustia, rabia y pena del otro. Lo que sí contiene estas emociones es que el otro sea capaz de tolerar, dar forma a lo que siento y aceptarlo: me parece que estás muy, muy enojado…puede ser porque estoy mucho tiempo con tu hermano y pasamos menos tiempos juntos… es verdad, amor, hemos estado poco los dos juntos y eso puede darte rabia y también pena.
Todo lo anterior, permitirá que el niño vaya expresando y entendiendo lo que siente a partir de los cambios sufridos en su familia, sintiéndose cada vez más tranquilo, comprendido y querido, sentimientos que favorecerán su adaptación positiva a su nuevo rol de hermano mayor.
Marzia Jabbaz Zuffi
Psicóloga Clínica