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El Mundo Infantil, el Coronavirus y cómo los padres podemos acompañar a Nuestros Hij@s


El Mundo Emocional

Los niñ@s no plantean sus emociones a través de las palabras; el lenguaje del niñ@ son sus juegos, sus conductas, sus sueños y dibujos. Por lo mismo, estemos atentos a ellos, entendamos las conductas desreguladas como expresiones de las emociones de aburrimiento, angustia, tensión, miedo y encierro que están viviendo. La mejor manera que tienen nuestros hij@s para elaborar dichas emociones es a través del juego libre, el juego en los niños es un espacio intermedio entre lo real y la fantasía, por lo tanto, al ser un superhéroe que “combate a los malos”, él/ella está tramitando sus temores respecto al coronavirus; en vez de ser éste un enemigo silencioso, invisible, le pone un cuerpo al que puede controlar, enfrentar y vencer, eso lo alivia y baja su angustia.

Como padres también los podemos ayudar poniendo nombre a lo que sienten, muchas veces no pueden identificar sus emociones, ayudémoslos sintonizando nosotr@s con sus emociones y nombrando la emoción que hay detrás (“parece que estás aburrido y cuando uno se aburre a veces pelea más con los hermanos”). El sólo empatizar y poner nombre a una emoción hace que baje significamente la intensidad de ésta, que este reconocimiento lo hagan sus padres, lo hace sentir entendido, acompañado y querido (“mis padres saben lo que me pasa cuando yo no entiendo lo que siento”). Es importante contener y regular sus emociones; con los más pequeños se realizará a través del contacto físico; cuando son más grandes podemos sumar el lenguaje, decirles que como padres estamos tomando todas las precauciones para estar bien durante este período y dar ejemplos de las conductas concretas de cuidado que están haciendo (ejemplo: lavado de manos, no salir, aislamiento). Respondamos a sus dudas respecto al coronavirus con paciencia y demos las certezas que ellos buscan. También en los más pequeños estas desregulaciones se pueden deber o ser aumentadas por necesidades fisiológicas (hambre, sueño, cansancio), por lo mismo, es importante mantener las rutinas de alimentación y sueño. Las rutinas son beneficiosas para todos en la medida que permite estructurar el día, sin embargo, es importante que sean empáticas y flexibles al contexto que hoy vivimos (si los niños no están yendo al colegio no tiene ni un sentido que se despierten a las 7:00, sí que cuando se despierten hagan las tareas del hogar asignadas en el hogar, según sus edades). Los desbordes emocionales de los niñ@s muchas veces tienen que ver con el estrés y el estado emocional de los padres. Como adultos, tomar perspectiva y ver cómo estamos nosotros emocionalmente: si tenemos expectativas de trabajar, lavar, cocinar, tener la casa impecable, hacer las tareas con los niñ@s bombardeamos de información del coronavirus todo el día, lo más probable que es estemos estresados/tensos/angustiados, y nuestr@s hij@s sintonicen con esas emociones. Hoy es el momento de bajar las expectativas, mostrarnos más humanos y vulnerables (es desde la vulnerabilidad que nos conectamos con los otros). Es mejor una casa desordenada con ropa sucia, pero con unos padres tranquil@s que generan un clima de bienestar y equilibrio emocional familiar.

Generar un espacio durante el día para realizar una actividad lúdica juntos: juegos de mesa, ver una película, adivinanzas, cocinar algo juntos, etc. Durante estas actividades recordar que el objetivo es pasarlo bien juntos no el resultado. Por ejemplo: si yo quiero cocinar galletas con los niñ@s, tengo que saber que se va a ensuciar la cocina, que las medidas no van a ser exactas. Recordar y no olvidar: el objetivo es compartir una experiencia y que quede como un hermoso recuerdo, no unas galletas perfectas y ricas, ésas se pueden compran.

El cerebro y aprendizaje del niño

Los niñ@s hasta los doce años tiene un pensamiento concreto, que se basa en lo evidente, en objetos físicos y tangibles, desde ahí es más difícil para los niñ@s ver el futuro y las cosas en perspectiva, lo que vivimos hoy es difícil de percibir como una situación que tendrá fin. Ayudarles a entender que es un período difícil pero que pasará, las estaciones del año lo permiten graficar a través de algo vivido: hoy no puede salir a jugar con amigos de la misma manera que en invierno no se puede bañar en el mar, pero después de un tiempo esto pasará y podremos salir nuevamente. Mostrar que en países donde el covid-19 se inició, hoy vuelven lentamente a la normalidad, también las cosas buenas que han pasado: en el medio ambiente, la gente cantando y los niñ@s jugando con desconocidos en los balcones.

Para que el cerebro pueda aprender es importante estar tranquilos. El cerebro no funciona y no aprende con altos niveles de estrés. En este contexto es casi imposible aprender; no generemos más estrés y tensión emocional “luchando” para que los niñ@s hagan de la casa un colegio. El hogar, hoy más que nunca, tiene que ser un refugio y lugar de protección. Aprendamos poesía, trabalenguas, practiquemos la lectura a través de recetas de cocina, contemos nubes en otro idioma o usemos medidas para cocinar, veamos películas y generemos debates a partir de ellas, hagamos obras de teatro… ya habrá tiempo para el aprendizaje formal cuando el mundo se haya normalizado.La narrativa que construimos frente a los hechos es importante para darles un significado a lo que vivimos; también favorece los procesos de resiliencia. En vez de plantear el encierro como una obligación y a los niños como una amenaza para los adultos mayores, explicarles que ell@s al respetar y quedarse dentro de la casa, están cuidándose y cuidando a personas con salud más frágil; que este gran esfuerzo que ellos hacen (ya que sabemos que a los niños les gusta salir) los convierte en unos “súper héroes” y que todos se lo agradecemos y valoramos mucho.En la misma línea, la fantasía también es un factor de resiliencia, invitarlos a dibujar que es lo que les gustaría hacer cuando esto termine o hacerles imaginería en la noche de estar en lugares naturales donde pueden bucear, correr, hasta volar!! También sentir que hacemos conductas activas de ayuda a otros: tal vez un día hacerles a la gente que recoge la basura una carta dándoles las gracias o hacerles galletas de regalo/dejarles una bebida al conserje, para que esas personas se sientan bien a través de los actos de los niños. Los mismo con los abuelos, preparar un acto, canciones, algún recital y mostrárselos vía zoom u alguna otra plataforma online. Para finalizar, sólo decir que debemos tomar consciencia de que el mundo en que vivimos ha tomado estos días un ritmo nunca antes visto, se abre una oportunidad única de poder generar un cambio; no seamos nosotros los padres (por una especie de condicionamiento inconsciente) los que re instauremos en nuestras casas el ritmo de un mundo que ha dado tan poco espacio a empatizar y visualizar las necesidades emocionales de los niñ@s.

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